La historia de la Iglesia | Siglo I

LA AGONÍA Y EL ÉXTASIS: LOS HECHOS DE CRISTO EN EL PRIMER SIGLO

Jesús fue el Segundo Adán. Sabemos que Él fue la cabeza de nuestro pacto, que Su muerte sustituyó a la nuestra, que Su vida nos fue imputada. Pero el papel de Jesús como el Segundo Adán es más profundo que esto. Adán fue llamado a ejercer dominio sobre la creación de Dios, a vestirse y a cultivar el jardín. Fracasó, y en él todos fracasamos. Sin embargo, el mandato se mantuvo.

Con la venida de Jesús, el proceso de recreación comenzó. Eso nos debería ayudar a ver la gran división entre el viejo y el nuevo pacto. Hemos pasado de la entropía, la ruptura perpetua de todas las cosas, al progreso, la construcción perpetua de todas las cosas. No sólo hemos pasado de las tinieblas a la luz, sino a un nuevo amanecer.

Con el injerto de los gentiles, Dios está saliendo de Su jardín Israel y rehaciendo todo el mundo. La piedra que no fue cortada por manos humanas (Dan. 2:35) en el libro de Hechos comienza a crecer y a cubrir la tierra. Y crecerá hasta que todas las cosas estén cubiertas por ella. Ya no nos encontramos en este monte o en aquel, sino en cualquier lugar donde dos o más están reunidos en Su nombre. Todavía somos el fruto de Su viña, pero ahora somos vino nuevo, en odres nuevos, cantando juntos una nueva canción.

Estos cambios asombrosos, construidos sobre el continuo pacto de gracia, preparan el terreno para la consumación de la historia. Ahora nos movemos en una dirección totalmente diferente. Por supuesto, nos enfrentaremos a diversos obstáculos y desvíos a lo largo del camino. Pero el lugar al que nos dirigimos ya está establecido. Nuestro campeón ya ha abierto el camino.

En esta primera parte de nuestra serie sobre la historia de la Iglesia, nos concentramos en los primeros cien años en la vida del Cuerpo de Cristo, el verdadero y último Adán.