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En nuestra última sesión, vimos la estructura básica de los Pactos, tal como se realizaban en el antiguo cercano oriente y cómo el formato de los Pactos que encontramos en el Antiguo Testamento sigue de cerca la misma estructura literaria que se encontró, por ejemplo, entre los heteos del mundo antiguo. Y luego mencioné en esa ocasión que nosotros celebramos todo tipo de contratos en nuestra sociedad actual, contratos de negocios, contratos de empleo, contratos matrimoniales, etc.
Bueno, ¿qué sucede cuando se viola el contrato? En la cultura estadounidense, lo que pasa en general, cuando se viola un contrato, es que las partes se reúnen y si no encuentran solución, una de las partes iniciará un litigio. Lo que seguirá es una demanda para que un juez imparcial dé su veredicto en cuanto a quién fue el que violó el contrato. Ahora, esta idea de pleitos en los tribunales es algo que también encontramos en el mundo antiguo.
Recuerda que parte del trabajo de Moisés como mediador del antiguo pacto fue el de atender casos en la puerta de la ciudad. Solemos oír de las personas que se reunían a la ‘puerta’, porque ahí a la entrada era como estar en la plaza de armas de la ciudad. Y las personas que tenían agravios entre sí vendrían y las presentarían delante de Moisés y luego ante los jueces de Israel. Ellos presentarían su queja, el juez escucharía el caso en medio del proceso y luego daría un veredicto.
Unos de los casos más famosos, es el caso de las dos mujeres que alegaban ser madre de un niño, y el caso fue presentado al Rey Salomón.¿Recuerdas cómo resolvió Salomón esta disputa? Él dijo algo así: ‘Cortaremos al niño por la mitad y le daremos una mitad a cada madre.’ Y una de las mujeres dijo: ‘está bien’; y la otra dijo: ‘No, no, no, no’, “dad a ésta el niño vivo”.
Y Salomón de inmediato supo que la que no quería que el niño muriera era de seguro la verdadera madre, y por lo tanto le dio la custodia a ella del bebe en disputa. Pero la audiencia de casos como este, en especial cuando se viola contratos, involucraba demandas, litigios y juicios.
Ahora, hemos mencionado que en el pacto que Dios hace con Israel, Dios es el soberano en estos tratados. Ahora, ¿qué sucede cuando la gente, que debía cumplir las estipulaciones del tratado, no cumplía con esas estipulaciones?
Bueno, lo que sucedía era esto: Dios entra en juicio con ellos y Dios, por así decirlo, instituye una demanda contra su propio pueblo. Una vez más, en nuestros tribunales de hoy, tenemos citaciones donde el tribunal solicita la presencia para dar testimonio y tú tienes por un lado la defensa y por otro lado, la fiscalía.
¿Quiénes fueron los fiscales en Israel? Esto es algo que muchos de nosotros no reconocemos con facilidad, pero una gran parte del Antiguo Testamento está dedicada a esta función particular, la función del fiscal, el que acusa, los mensajeros de Dios, quienes hacen la demanda contra el pueblo de Dios, por violar los términos del pacto.
¿Y quiénes fueron estos fiscales? En el Antiguo Testamento se les conocía como profetas. Esto puede sonar nuevo para ti, porque normalmente cuando pensamos en los profetas del Antiguo Testamento, pensamos que su tarea principal era hacer promesas futuras, predicciones de lo que Dios dice que sucedería en el futuro y las bendiciones prometidas del cumplimiento del pacto y cosas así.
A menudo se ha dicho que los profetas no solo predecían, sino que también anunciaban. No solo hablaban del futuro, sino que estaban profundamente preocupados por el pasado y por la forma en que la fe histórica, la religión clásica que Dios había instituido con su pueblo, estaba siendo transformada, pervertida y corrompida. Y Dios llamaría a su pueblo a una prueba solemne por medio de la obra de los profetas. Los profetas fueron reformadores, no fueron revolucionarios.
Y, lo que hicieron en su labor de reformar la iglesia, fue llamar al pueblo de Israel a una fidelidad y obediencia a los términos principales del pacto original. Oyes a Jeremías, por ejemplo, en su famoso discurso en el templo, diciendo: “Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este.”
Él dijo algo así: “Tú confías en palabras de mentira, que no aprovechan… Anda ahora a mi lugar en Silo y mira eso porque así se verá Jerusalén”. Silo estaba en ruinas y Jeremías predice que la ciudad, la ciudad santa de Jerusalén, será devastada como un acto de juicio de Dios sobre el pueblo por no cumplir con los términos del pacto. Y muchas de las profecías de los profetas tienen que ver con ese juicio inminente, ese día de tinieblas, el día del Señor.
Originalmente, el pueblo de Israel esperaba el día prometido del Señor porque vieron ese día del Señor como un tiempo de redención. Pero cuando el profeta Amós le habla a su pueblo, dijo que el día del Señor será como un día de oscuridad sin luz.
Dijo que será un tiempo de juicio sobre la nación porque han ignorado los estatutos de Dios y han violado los términos del pacto. Solo para tener una idea de cómo funciona esta misión profética en la historia de la redención, voy a dirigir su atención ahora a un breve pasaje en el libro del profeta Oseas.
Estaremos viendo Oseas 4. El capítulo empieza con estas palabras: “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel”. Ahora, no vayamos tan rápido con esto. A menudo, cuando los profetas estaban a punto de dar un oráculo, una declaración de Dios al pueblo, lo que se hacía primero era una convocatoria de una asamblea solemne, el anuncio de una asamblea solemne, como una reunión del pueblo; el profeta anunciaba o llamaba al pueblo para que venga a escuchar.
Y esto es lo que justo está haciendo Oseas aquí. “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel”. Los está llamando a una asamblea solemne porque hay una audiencia judicial que está por empezar. Es como, “Atención, escuchen”, cuando el secretario da inicio al proceso judicial, aún aquí en Estados Unidos, y anuncia: “El estado de Florida contra Elena Peña, o quien sea el acusado del caso; y así, entonces, la asamblea solemne continúa. Ahora, escucha lo que dice Oseas: “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra.”
¿Ves cómo usa lenguaje jurídico? Otras traducciones dicen: “…porque el Señor tiene querella contra los habitantes de la tierra.” Así que, Dios está ahora llamando a la gente, no para una pequeña charla o para confraternizar, los está convocando para esta audiencia debido a una querella. Y la querella es entre Dios y su pueblo; la querella se basa en que Dios, a través de los profetas, está presentando cargos, cargos formales, contra su pueblo del pacto porque han violado los términos del acuerdo. Ahora, ¿cuáles son los cargos que trae Oseas, por ejemplo?
Escucha esto: “porque Jehová contiende con los moradores de la tierra: porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Estos son los cargos. No es que aquí exista un cargo específico contra la violación de un punto en particular del código de la ley mosaica, sino que ahora es mucho más amplio que eso, mucho más serio.
El profeta viene y Dios ha dicho a través del profeta: ‘estoy mirando a mi pueblo y “no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.”’ Otras traducciones dicen: “pues no hay fidelidad, ni misericordia ni conocimiento de Dios en la tierra.” De modo que la primera preocupación que los profetas expresan aquí en los cargos que están siendo presentados por Dios, es la corrupción del sistema de justicia de la nación.
Dios había llamado a su pueblo a ser un pueblo que promovía, exhibía y mantenía la justicia. Recordamos a Miqueas, cuando le preguntaron, cuando Miqueas dijo: “¿y qué pide Jehová de ti?” Y él contestó—redujo todos los requisitos de la ley a tres declaraciones: “solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” Esas son las tres responsabilidades principales del pueblo de Dios: la promoción de la justicia, de la misericordia –en un momento hablaré de eso—y caminar humildemente con Dios.
Ahora, lo que Oseas hace aquí es decir que el pueblo de Israel ha fallado en los tres cargos. Cargo número uno: No hay justicia en la tierra. Si lees el libro del profeta Amós, por ejemplo, verás que Amós es quien dice: “Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.”
La queja es contra la explotación de la gente, de que los ricos y poderosos, y particularmente los gobernantes del gobierno han oprimido a su propia gente. Los pobres se venden por un par de zapatos en el mercado; y gran parte de la profecía de Amós va contra los problemas de justicia en la nación. Pero, ¿qué de “no hay piedad”?
La razón por la cual hay diferentes interpretaciones o traducciones de este texto es porque la palabra que se traduce por misericordia es la palabra “hesed”, la cual es una de las palabras más importantes en todo el vocabulario del Antiguo Testamento; Y puede traducirse a veces por “misericordia” o por “fidelidad”.
Lo que ‘hesed’ es, es la palabra que usan los judíos para expresar cómo Dios se relaciona con su pueblo, que Dios es leal a su pueblo. Contiene la idea de un patrón de lealtad firme. Dios siempre es leal a su pueblo y a su pacto, y demuestra su lealtad a ellos a través de su afable y tierna misericordia que derrama sobre ellos. Pero cuando Dios es afable, tierno y misericordioso y leal a su pueblo, espera que la gente lo refleje y proyecte en términos de sus propias relaciones interpersonales.
Ahora Dios viene, y Él mira a la nación, y Él dice: ‘No solo no hay justicia aquí, sino que no encuentro lealtad. No encuentro misericordia personal ni compromiso entre el pueblo de Dios. Pero luego, el tercer juicio es este: “No hay conocimiento de Dios en la tierra.”
Me voy a dar una pequeña licencia aquí, a algunos no les va a gustar lo que voy a decir, pero, en este punto, Dios está acusando a su pueblo, llevando a juicio a esas personas que se supone que son parte de su comunidad del pacto, debido a su pésima teología, porque ¿qué es el conocimiento de Dios sino la teología? ¿Qué es teología sino un estudio de las cosas de Dios?
Y lo que sucedió en Israel, esta nación elegida que gozó de abundante revelación especial de Dios, a quienes Dios reveló su carácter, su identidad, su naturaleza, la verdad sobre quién es él, y sin embargo con toda esta revelación especial que se le dio a Israel, la ignorancia teológica empezó a ser común. Las personas se confundieron en religiones falsas y en puntos de vista que eran completamente inconsistentes con la verdad de Dios.
De Nuevo, si miras cuidadosamente las escrituras y las enseñanzas de los profetas del antiguo Testamento, verás que una de sus preocupaciones centrales es la verdad, tal como lo era para Jesús en el Nuevo Testamento, cuando frente a Pilatos, éste le dice: ‘¿quién eres tú? ¿Eres un rey? ¿Qué has hecho?’
Y Jesús dijo: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.” En la enseñanza de Jesús, la verdad es primordial. En el Antiguo Testamento, la verdad es primordial. En nuestra cultura, la verdad es asesinada en las calles. La gente quiere unidad, quiere relaciones, quiere compañerismo, sin importar lo que sea o no verdad.
La mayor amenaza para Israel en su historia, de nuevo si lees con atención los escritos de los profetas, no fue la amenaza militar de las naciones vecinas como los filisteos y los asirios, etc; La mayor amenaza para Israel fue el falso profeta en medio de ellos. Porque lo que el falso profeta hace es distorsionar la verdad de Dios y alejar a las personas de la vida piadosa, alejándolas del fundamento mismo de la vida piadosa, es decir, un conocimiento apropiado de Dios mismo.
Y ahora, esta acusación del profeta Oseas es severa. Dios le dice a su pueblo: ‘He mirado a largo de toda la tierra y no hay conocimiento de Dios en ella’. Me pregunto ¿cuál sería su juicio sobre Estados Unidos? Luego continua y dice: “Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo cual se enlutará la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. Y luego continúa: “Ciertamente hombre no contienda ni reprenda a hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote. Caerás por tanto en el día, y caerá también contigo el profeta de noche; y a tu madre destruiré.”
Y ahora escucha la acusación realmente demoledora y devastadora que viene: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” ¡Qué anuncio! ¿Puedes imaginarte a Dios saliendo en televisión nacional en los Estados Unidos o entrando al edificio de la Corte Suprema y diciendo: ‘Ahora me hago cargo’ y dice: ‘El pueblo estadounidense está pereciendo. Están siendo destruidos por falta de conocimiento.
No saben quién soy. Son ignorantes de mi ley y debido a todo eso, toda la tierra llorará. Y porque has rechazado el conocimiento de mí, yo te rechazaré. Rechazaré a tus sacerdotes, rechazare a tus madres, rechazaré toda la tierra.’ Qué tan extraño es eso para nuestro pensamiento hoy en día, cuando lo último que alguien quiere ejercitar es la precisión y solidez teológicas.
Pero miren, para Israel y para los profetas, la teología no fue un ejercicio abstracto: cuando la comprensión de una nación de Dios se desintegra, la gente es destruida. La gente muere y lo que inunda la cultura, en lugar de una cultura comprometida con la devoción a Dios y la obediencia a su ley –ahora, lo que viene en gran medida es mentiras, robo, violencia, adulterio; y por lo tanto, toda la nación languidece.
Debería haber una lección en alguna parte para nuestra propia nación, porque nuestra nación está languideciendo a causa de la violencia, a causa de la inmoralidad, porque la nación no tiene conciencia de la ley de Dios. Nos hemos resistido y hemos rechazado la ley de Dios, y Dios simplemente dice: ‘Cuando rechaces mi ley, cuando rechaces mi verdad, yo te rechazaré’.
Esa es una gran carga devastadora que se impondrá a cualquier nación. Y así el resto de este capítulo habla de los planes de Dios para castigar a su pueblo. Él los envía al exilio. Les quita el templo y, en una palabra, los entrega a su propio pecado y a su propia corrupción al caer el martillo de su juicio sobre ellos. Y entonces tenemos que entender que, en el drama de la redención, en el corazón de ese drama se encuentra el pacto, las promesas que Dios hace y esas promesas incluyen tanto las bendiciones y los beneficios como las maldiciones por desobedecer los términos de esa ley.
Y cuando esas leyes se quebrantan y se viola el tratado, Dios unge a los profetas, quienes son enviados como sus fiscales para llamar a la gente a una reforma, para devolverles los términos originales de su acuerdo con Dios. ¿Y cómo reacciona la gente ante los profetas? Los rechazan, los excluyen y finalmente los matan hasta que llega el último profeta que traerá crisis a la tierra con su aparición, con la aparición de Cristo. Me pregunto cómo te sentirías si fueras a tu buzón de correo y descubrieras que acabas de recibir una citación para presentarte y testificar en un juicio; o incluso peor, si acabas de ser convocado para comparecer como acusado en un caso en el que alguien ha presentado cargos formales contra ti.
Esto no es algo muy grato de contemplar. Ahora bien, una cosa sería que el estado de Florida, o cualquier ciudad donde vivas, presente cargos contra ti, pero ¿cómo te sentirías si recibieras una citación de parte de Dios, si te citan ante Su tribunal y te llaman para comparecer ante Él?
¿Qué harías? ¿Cómo responderías? La única respuesta que tenemos como cristianos es consultar con nuestro abogado defensor, Jesús, y rogar para que él defienda nuestro caso ante el tribunal de Dios. Pero ciertamente, estaríamos temblando si supiéramos que Dios nos acusó y dijo: ‘RC Sproul, miro tu vida. No veo ninguna preocupación por la justicia. No veo lealtad o misericordia, y no posees verdad porque has rechazado el conocimiento de mí. Por razones políticas, por conveniencia, le has dado la espalda a mi verdad.’ ¡Qué terrible acusación sería para mí, para ti o para cualquiera!