¿Murió Dios en la cruz?
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Necesito hacer una advertencia. En nuestros días, muchas personas han redescubierto el poder de la oración. Esto es algo bueno. No hay nada más emocionante en la vida cristiana que orar específicamente para expresar un deseo, para hacer una solicitud o una petición a Dios, y luego ver cómo Él responde esa solicitud de manera clara y específica. Es bueno recibir lo que pedimos, pero el beneficio añadido es que adquirimos la seguridad de que Dios escucha nuestras oraciones y las responde. Sin embargo, algunos llevan esto a un extremo y llegan a la conclusión de que la oración es una especie de varita mágica y que, si oramos con el tono correcto, de la manera correcta, con las frases correctas y en la postura correcta, Dios está obligado a responder. La idea parece ser que tenemos la capacidad para obligar al Dios Todopoderoso a que haga por nosotros lo que queremos que se haga, pero Dios no es un botones celestial que está disponible cada vez que presionamos el botón, a la espera de servirnos en cada una de nuestras solicitudes.
Es posible que respondas que la Biblia parece decir que Dios está dispuesto a darnos prácticamente cualquier cosa que pidamos. Podrías mencionar que Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mt 7:7). Podrías recordar que Jesús dijo: «Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis» (Mt 21:22). Podrías incluso mencionar que Él dijo: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos» (Mt 18:19).
Tenemos que ser muy cuidadosos en nuestro manejo de estos versos, teniendo cuidado de interpretarlos en su contexto. Piensa en esto: a muchas personas les gustaría que se descubra una cura para el cáncer. Estoy seguro de que podría encontrar a unas cuantas personas que estén de acuerdo conmigo en esto, así que si dos o tres de nosotros nos reunimos y acordamos que una cura para el cáncer sería bueno y luego oramos por eso, ¿estaría Dios obligado a responder?
Jesús dijo claramente que «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo… les será hecho», pero Él hizo esta declaración en el contexto de una gran cantidad de información sobre la oración auténtica que Él ya había dado a Sus discípulos. No podemos simplemente venir a un texto y escoger un verso sin examinar todas las condiciones que nuestro Señor presentó en Su enseñanza completa sobre la oración. Hacerlo así es arriesgarse a terminar con una visión mágica del asunto.
Una de las razones por las que somos atraídos a la superstición y a las prácticas impías es que somos criaturas del tiempo. Como resultado de ello, nos ponemos ansiosos. No sabemos lo que el mañana va a traer. Mi primera oración de niño fue: «Ahora me acuesto a dormir. Le pido al Señor que cuide mi alma. Si muero antes de despertar, pido al Señor que tome mi alma». Esa última frase siempre me daba miedo, la parte de morir antes de despertar. No sabía si iba a morir antes de que me despertara. En realidad, no ha cambiado mucho desde entonces. No sé lo que le va a pasar esta tarde a mi vida. Tampoco sé lo que le pasará mañana, ni la próxima semana, ni el próximo año, y tampoco tú lo sabes. Vivimos siempre al borde de la eternidad, como criaturas finitas. Y eso trae ansiedad a nuestras almas.
¿No es interesante que uno de los negocios más lucrativos en los Estados Unidos de América en el siglo XXI, un tiempo de gran progreso en la educación, un tiempo de explosión del conocimiento, siga siendo la práctica de la astrología? Lo he dicho muchas veces, que podría pedir a mis estudiantes del seminario que nombren las doce tribus de Israel y yo sería muy feliz si pudieran nombrar ocho o nueve. Pero podría pedirles que nombren los doce signos del zodíaco y prácticamente cada uno de ellos, dando el tiempo suficiente, podría nombrarlos todos. No creo que eso signifique que estén más interesados en la astrología que en la historia bíblica, pero sí sugiere que la astrología es un fenómeno que está muy extendido en nuestra cultura. ¿Por qué? Porque queremos conocer el futuro.
Vivir en la fe cristiana no se trata de eso. Mi mañana y el tuyo están en las manos de Dios. Hacemos nuestras peticiones ante Él y confiamos nuestro mañana a Su soberanía. Estoy encantado de que mi futuro no esté en las manos de las estrellas o de los adivinos. Más bien, mi futuro está en las manos de la voluntad del Dios soberano.
Publicado originalmente en el Blog de Ligonier Ministries.