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Creo que todos estamos familiarizados con los programas que forman parte de nuestro sistema penal de justicia. Hay personas que cometen crímenes y que son conocidas como “delincuentes primerizos” y algunas veces, en el caso de alguien que comete por primera un delito, los jueces son indulgentes con ellos y les otorgan la suspensión de la pena o los multan en vez de mandarlos a la cárcel.
Y hay una segunda categoría de personas, conocidas como “delincuentes reincidentes”, ellos están fichados y tienen un largo historial. Pero, más allá de esto, tenemos una categoría conocida como “delincuentes profesionales”. No hacen nada más que delinquir. Así es como se gana la vida y esas son las personas que la sociedad busca con ansias sacar de las calles.
Entonces, vemos estos distintos grados de maldad. Podríamos pensar que, en el caso de las personas que cometen una vez un delito y que son puestos aparte y juzgados y que se les da una segunda oportunidad con una suspensión de la sentencia, pensaríamos que la mayoría de ellos aprenderían la lección y tratarían de cambiar y dejar la actividad delictiva.
Tal vez esa es la expectativa que tendríamos después del terrible trauma de la caída en el Edén. Adán y Eva están totalmente desnudos. Están totalmente avergonzados. Se arrepienten cuando Dios los reprende. Han recibido la maldición de Dios sobre ellos y, lo que es peor, son expulsados del jardín del Edén, y un centinela está de guardia a la entrada del paraíso: un ángel con una espada encendida, que he mencionado antes.
Pero volveré a mencionar de pasada que este ángel con la espada encendida representa el primer ejemplo en las Escrituras de que Dios da armas como medio de fuerza coercitiva de gobierno. Este es el primer ejemplo de fuerza gubernamental. La espada se le da al ángel y la espada se da… ¿por qué razón? Para la aplicación de la ley. La espada está allí para detener a la humanidad de apoderarse una vez más del paraíso que habían perdido, de irrumpir y entrar en el Edén.
Entonces, se coloca al guardia en la puerta y se le da un arma para usar, un arma de fuerza, que será usada, de ser necesario, para hacer cumplir la ley. Recuerdo haber tenido una reunión inusual de almuerzos en el comedor del Senado en Washington hace unos años atrás con un Senador que es muy conocido, y si mencionara su nombre todos ustedes lo reconocerían.
Así que no lo mencionaré para proteger a los culpables en este caso. Estábamos teniendo una discusión sobre el gobierno, y fue una discusión general sobre la teoría del gobierno, y este Senador en particular me dijo durante el almuerzo –Nunca lo olvidaré—dijo: “R.C., no creo que cualquier gobierno tiene el derecho moral de coaccionar a su gente.” Casi me atraganté con la sopa que estaba tomando ese día. Y le dije: “Senador, la verdadera esencia del gobierno es el derecho a coaccionar”.
Si le quita al gobierno el derecho a coaccionar, le estaría quitando al gobierno el derecho a gobernar, porque el gobierno no solo se dedica a hacer sugerencias.” Pasan leyes, y cuando pasan esas leyes, tienen instituciones que han sido establecidas y diseñadas para… ¿hacer qué? Para hacer cumplir esas leyes.
Ahora, si todos los ciudadanos cumplieran voluntariamente con las leyes, no habría necesidad de hacer cumplir la ley, y no habría necesidad del uso de la fuerza para que las personas cumplan con la ley. Es por eso que Dios instituyó el gobierno civil, entre otras razones, y lo vemos aquí en el Génesis, donde este ángel con la espada encendida está a la puerta. Ahora, podríamos pensar con todo esto que los hijos de Adán y Eva recibirían el mensaje y que dirían: “Bueno, de seguro no queremos hacer el mismo tipo de cosas que hicieron nuestros padres. Mira la etiqueta del tremendo precio por el pecado de ellos.
Solo podemos oír acerca del paraíso. Solo podemos oír acerca del Edén. No podemos entrar al Edén. Tenemos que vivir en Nod. Tenemos que vivir al este del Edén,” y uno pensaría que esa restricción mantendría bajo control cualquier inclinación de los seres humanos hacia el pecado. Una vez más, esa es una de las propiedades y principios del gobierno en el mundo, ejercer moderación sobre la proclividad de la raza humana hacia el mal.
Tenemos señales de límites de velocidad en las carreteras, por ejemplo, un límite de velocidad es de 90 kms por hora. ¿Por qué el gobierno pone un límite a la velocidad y por qué sanciona si se viola este límite? Porque no están dispuestos a confiar la seguridad de sus ciudadanos a la discreción individual de las preferencias de estilo de conducir de cada persona.
Ellos saben que sin esos límites las personas conducirán de una manera salvaje, ofensiva y hasta destructiva. De hecho, conducen así aún con los límites. ¿Puedes imaginar cómo sería si los límites fueran diferentes? Recuerdo cuando la mayoría de ciudades tenían el límite de 100 kms por hora, y luego, durante la crisis energética, los límites nacionales de velocidad fueron reducidos a 90.
Pero la gente seguía recibiendo multas por exceso de velocidad; y la velocidad a la que iban en promedio cuando eran multados, era más baja que el límite anterior de 100 kms por hora. Si las personas tienen el límite de 90, ellos conducen a 100. Si el límite es 110, ellos van a 120. Si lo ponen en 120, ellos van a 130. No tienes límites allí y ya se pueden imaginar cómo serían las carreteras y la carnicería que las pistas serían.
Pero la idea aquí es que estas restricciones están diseñadas para restringir nuestros impulsos pecaminosos. Pero ¿Qué vemos en Génesis? En los capítulos que siguen el registro de la caída de Adán y Eva, lo que vemos es la proliferación del pecado.
No vemos la disminución del pecado. En cambio, vemos una expansión radical del mal. Casi de inmediato leemos sobre el primer asesinato, no un homicidio normal, pero es un tipo especial de homicidio llamado “fraticidio”, donde Caín se levanta y mata a su hermano.
Ahora, si pasamos al capítulo seis de Génesis, al principio, nos topamos con un pasaje difícil, uno que suena extraño a nuestros oídos y otro que ha provocado todo tipo de desacuerdo y controversia entre los intérpretes y comentaristas del Génesis. Leemos en el capítulo seis esto –al comienzo del capítulo seis: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; más serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.”
Ahora, veremos esta terrible descripción del clima moral que ha sucedido en el versículo cinco. “Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal. Y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón. Y el Señor dijo: Borraré de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo, porque me pesa haberlos hecho. Mas Noé halló gracia ante los ojos del Señor.” ¿Qué es esto que vemos aquí? ¿Quiénes son estas personas a las que se hace referencia en este texto como: “los hijos de Dios” y “las hijas de los hombres”?
Es un pasaje extraño ya que hace referencia a este brote y expansión radical del mal, y habla de esta raza de gigantes que surge como resultado de la unión entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres. Ahora, uno de los enfoques más comunes de este texto es interpretarlo para sugerir que lo que sucedió después de la caída fue que había una mezcla de seres angelicales con seres humanos, casi como algunos de los mitos griegos, de la violación de mujeres por parte de los dioses que viven en el Olimpo, que bajan a la tierra y arrastran a los seres humanos –como la violación de Perséfone, etc.—leemos sobre esas historias en la mitología griega; y esta es una de las razones por las cuales algunas personas piensan que hay mitología en el Antiguo Testamento. Y van al Nuevo Testamento, donde Pablo les dice a las mujeres, por ejemplo, en Corinto, que se cubran la cabeza cuando están orando en la iglesia y cosas así, y todo ese asunto de cubrirse la cabeza.
Y menciona de paso esta declaración un tanto enigmática de que debemos hacer esto, las mujeres deben hacer esto, por el bien de los ángeles. Entonces, ¿qué significa eso? He visto un sinfín de tipos de especulaciones acerca de esto, el más usual es que las mujeres deben cubrirse la cabeza en la iglesia porque los ángeles siempre están observando la comunión de los santos en la iglesia, y los ángeles tienen esa extraña atracción por las mujeres hermosas.
Y por eso se supone que las mujeres deben ser modestas cuando van a la iglesia, no sea que causen algo de tentación a los ángeles, tal como sucedió en Génesis seis. Ahí es donde vemos el enlace. Ellos dicen: Bueno, ¿ven lo que pasó? La razón por la cual Dios trajo un diluvio sobre la tierra, el diluvio del que solo Noé y su familia se salvaron fue porque estos ángeles, los hijos de Dios, porque la Biblia se refiere, a veces, particularmente en poesía hebrea a seres angelicales, llamándolos “los hijos de Dios”—aquellos que cantaron al principio de la creación y así sucesivamente—los hijos de Dios cantaron juntos, es decir, las huestes angélicas.
Y entonces, ¿qué más podría significar este texto? Que los hijos de Dios son ángeles que descienden y tienen relaciones sexuales con mujeres mortales, y eso es lo que produce esta raza de personas extremadamente malvadas que son gigantes en términos de una grotesca distorsión de su humanidad normal. Esa es una teoría muy popular. Creo que tiene muy poca base y apoyo en los datos bíblicos en sí, pero, aun así, el texto es problemático.
Lo que vemos en la estructura del Génesis, desde Génesis tres en Adelante, es que vemos una breve recapitulación de la genealogía de los descendientes de Adán y Eva. Recuerda que después de que Caín se levanta y mata a Abel, Adán y Eva tienen otro hijo, y su nombre es Set.
Y Set tiene muchos descendientes, pero también Caín. Y obtenemos una breve muestra de los descendientes de estos dos hijos de Adán: Caín, el hijo malo y Set, el hijo posterior que viene después de la promesa del Evangelio. Y si miras en los capítulos cuatro y cinco del Génesis, y escuchas a los descendientes de Caín, suena como la galería de los más buscados.
Parece que todos están aquí menos Jack el destripador, tienes a Lamec, quien es el primer polígamo, y lees sobre su “canción de espada” donde celebra la violencia; y ves la depravación creciente de los descendientes de Caín. Pero luego también tenemos un breve resumen de los descendientes de Set, ¿quién proviene de esa línea de Set? Personas como Enoc, quien caminó con Dios y no pasó o sufrió por la muerte; él fue llevado directamente al cielo.
Luego tenemos a Matusalén, quien tenía 969 años, y quien era del linaje de dónde venía Noé. Y tenemos esa referencia críptica “en los días de Matusalén”, y su solo nombre sugiere que algo va a suceder al final de sus días. Hace poco escuché hablar de esto a un predicador, diciendo que el chisme más obvio en la tierra en ese momento era que todos querían saber el día a día –querían reportes diarios—en cuanto a cómo iba el viejo Matusalén ya que tenían el terrible temor de que cuando él muriera, literalmente todo el infierno se iba a desatar.
Y, de hecho, esto sucedió. Inmediatamente después de la muerte de Matusalén, vino el diluvio por el cual Dios destruyó la tierra. Ahora, volvamos al tema de este matrimonio entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres. Recuerda que, con frecuencia, en la Escritura, la filiación se explica no tanto en términos de generación biológica, sino en términos de obediencia.
Jesús habló a los fariseos, cuando afirmaron ser hijos de Abraham. Él dijo algo como esto: “No son hijos de Abraham. Son hijos de vuestro padre el diablo. Son hijos de ira. Son hijos de aquel a quien obedecen”, por lo que, era familiar para el pueblo judío definir, con frecuencia, la filiación en términos de obediencia.
Incluso el título “Hijo de Dios” para Jesús, no se refiere solo a su deidad, sino también a su perfecta obediencia en su humanidad. Él es aquel en quien Dios está complacido. Está muy contento porque obedece al Padre en todo sentido.
Ahora, no hay razón alguna para suponer en este texto que los “hijos de Dios” se refiere a los ángeles. De hecho, los mejores estudiosos del Antiguo Testamento, los que yo confío, están de acuerdo en que se trata de una referencia a los hijos obedientes de la línea de Adán, que implica la línea de Set. Tienes dos líneas una al lado de la otra: Set y Caín.
La familia de Caín aumenta radicalmente en el mal, en la violencia y en el pecado. Como dije, es como una galería de prontuariados. Ésta es la expansión del mal en la familia de Caín. Pero en la línea de Set, tenemos a aquellos que han encontrado una gracia especial delante de Dios y que, por así decirlo, son justos delante de él.
Éstas son las personas que agradan a Dios, está Enoc y otros. Así que ellos son llamados los hijos de Dios. Y lo que sucede es que los descendientes de Set, los descendientes varones empiezan ja casarse con las descendientes de Caín, las hijas de los hombres, así, ahora los justos se unen con los injustos. Y lo que resulta no es solo la destrucción de la línea de rectitud, sino una mezcla grotesca que produce gigantes, o monstruos por así decirlo, que ahora tienen una mayor capacidad para el mal.
Y la contaminación se vuelve mundial, y Dios ve la violencia en toda la tierra y que el corazón de todos está lleno de maldad, y todos están haciendo lo correcto ante sus propios ojos. Entonces ya no existe este sentido de obediencia o compromiso con el Dios del pacto de la creación, y entonces Dios dijo algo como esto: “No más. No voy a luchar más contigo. No voy a tratar de enviar a mi Espíritu para que obre en tu santificación; voy a retirar mi Espíritu y el martillo del juicio caerá sobre ustedes.”
Y así, de nuevo, esto prefigura todo el resto del Antiguo Testamento, donde uno de los mayores problemas en la historia de Israel es el problema del sincretismo, donde Dios separa a su pueblo y lo llama a ser una nación santa, un real sacerdocio y para mantenerse sin mancha del paganismo; e incluso, cuando les da la tierra prometida, les dice que expulsen a todos los paganos que están allí.
Pero, en cambio, Israel hace tratos con ellos. Ellos entran en convenios con ellos y permiten que los paganos permanezcan allí. Y lo siguiente que sabes es que se están casando con los paganos. Lo siguiente que sabes es que mezclan la religión pagana con la religión de Dios y ese es quizá el desastre más grande que alguna vez haya golpeado a Israel.
Pero está prefigurado aquí en este matrimonio mixto entre los hijos de Dios y las hijas de los hombres, de modo que ahora la maldad se vuelve universal. Esta no es la evolución de la raza humana, amados. Esta es la devolución de la raza humana, de la cual todos somos herederos y socios.
Si usáramos los conceptos de hijos de Dios e hijas de hombres tal como lo acabo de hacer, donde nos referimos a “los hijos de Dios” como personas que son piadosas en su orientación, que tenían un corazón para la obediencia a las cosas de Dios y cuyas vidas reflejaban algo de la belleza de Dios; Y que “las hijas de los hombres” se refiere a personas que no tienen a Dios en su pensamiento.
Si esas categorías se usaran hoy, ¿dónde encajarían ustedes? ¿Te miraría Dios y diría: “tú eres mi hijo, hijo mío, hija mía”? o Dios te miraría y diría: “eres un hijo de hombre, una hija de hombre o un hijo de hombre en el sentido de que estás viviendo una disposición humana que está en conflicto con Dios.
Dicho de otra manera, si Dios decidiera destruir el mundo de nuevo por inundación, lo cual no sucederá, pero si lo hiciera, ¿tú serías rescatado? ¿Te invitarían a entrar en el arca o te dejarían perecer afuera? Solo quedaba una familia en el momento de la inundación; e incluso más tarde en la vida de Noé, vemos la caída de Noé en el pecado.
Pero tenemos que entender que el pecado no es solo algo que está en los aspectos periféricos de nuestras vidas, sino que es algo que se planta profundo, profundo, profundo en el corazón de toda la humanidad. Recuerdo la gran novela de Joseph Conrad titulada “El corazón de las tinieblas”, donde las intenciones de nuestro corazón en la carne solo son perversas de continuo.